Queridos amigos melómanos:

A lo largo de mis 40 años de vida profesional he tenido el “privilegio” de dirigir muchas de las grandes obras del repertorio sinfónico. Quizá permanecen en mi recuerdo dos Ciclos que han creado en mí una impresión más profunda, Bruckner con sus nueve Sinfonías y Wagner con el RING.

Hoy os invito a reflexionar sobre uno de estos dos grandes compositores: ANTON BRUCKNER.

LAS NUEVE SINFONIAS DE BRUCKNER.

Bruckner con sus 9 Sinfonías “oficiales” es el autor que ha tenido una mayor influencia en mi modo de pensar y construir la música. Quizá mi paso por un colegio religioso interno, lleno de la gran música, ha sido el desencadenante de esta afinidad por el compositor.

Mi modo de escuchar a Bruckner radica fundamentalmente en la forma de entender la vida como una lenta e inexorable construcción hasta el momento de “trascender” a otra dimensión. Todas sus Sinfonías son la expresión perfecta de cómo puede ser construida una gran Catedral, piedra a piedra desde los cimientos, cada columna, cada arco, cada vidriera para idealizar la luz, etc. Y todo realizado paso a paso, compás a compás, con sus reiteraciones que nunca deben parecerlo, sus tensiones horizontales (las grandes melodías) o sus enormes tensiones verticales (las armonías).

Todo ello va configurando una construcción monumental, perfecta y sólida… lentamente.

El modo de cómo construir el sonido, ancho y profundo, nunca agresivo, está en relación directa con la sonoridad que el compositor vivía diariamente como organista en San Florián. Si alguna vez tiene usted la posibilidad de visitar esa basílica comprobará que la sonoridad de una orquesta Bruckneriana debe basarse en la del órgano pero elevada a la maravillosa capacidad humana de una orquesta con hombres y mujeres que hacen vibrar y sentir sus instrumentos desde la emoción, emoción que difícilmente se produce al escuchar un órgano por muy bien que se interprete.

Bruckner, hombre sin fortuna para el amor humano, desata con sus Sinfonías todo su potencial de pasión a través de formas perfectas. Y sin embargo es en sus Scherzos donde es capaz de mostrar su lado más popular y desenfadado. Cierren los ojos y escuchen con verdadera devoción especialmente todos los Adagios , algunos de casi media hora de duración, y comprobarán cómo se puede llegar a construir un monumento sonoro que trasciende al ser humano.

Obras para reflexionar en estos extraños momentos que deberían invitarnos a pensar sobre nuestro planeta y nuestras propias vidas.

Quizá uno de los más grandes intérpretes de Bruckner, no el único sin duda, es Sergiu Celibidache quien a través de sus grabaciones con la Orquesta Filarmónica de Múnich nos dejó, muy a su pesar pues odiaba las grabaciones, un legado verdaderamente impresionante de sus Sinfonías, muy especialmente de la tercera a la novena.

Víctor Pablo Perez

Director Artístico y Titular de la ORCAM.