Serguéi Rachmaninov. Danzas sinfónicas, op. 45  +
Johannes  Brahms. Canciones de amor-valses, op. 52 y op. 65   
Anna Clyne. Dance para violonchelo y orquesta +  
Maurice Ravel. La Valse +

+ Primera vez ORCAM

La danza es la gran protagonista del primer concierto de la temporada. Tanto Brahms como Ravel se sintieron cautivados por el vals vienés que, de la mano de Johann Strauss hijo, llegó a simbolizar la alegría (algo formalizada) de la Austria del siglo XIX. En sus opus 52 y 65, Brahms renunció a la gravedad característica de su Sinfonía en do menor o de Un réquiem alemán, para dejarse llevar por la ligereza y el encanto de los valses en homenaje tanto al “rey del vals” como a Schubert. Ravel ya había planeado en 1906 una composición con el título de Viena, que quedó en el olvido con la Primera Guerra Mundial. Al término del conflicto, conservaba intacta su admiración por el vals, pero la alegría del salón vienés, inherente al género, se había disipado. Así lo evidencia La valse (1920), que se revela como una especie de danza macabra, al igual que la última obra que compuso Rajmáninov, sus Danzas sinfónicas (1940), cuyo inquietante tema principal tampoco conserva nada de la pretérita ligereza de un vals de Strauss.

Danza es precisamente el título del concierto para violonchelo que la compositora Anna Clyne escribió para la neoyorquina Inbal Segev. Estrenado hace apenas un par de años, su primer movimiento cuenta hoy con más de siete millones de reproducciones en la plataforma Spotify. Será la propia Segev la que nos deleite con esta excepcional composición.

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* Concierto en colaboración con Taki Alsop Conducting Fellowship.